La depresión y la ansiedad son trastornos comunes del estado de ánimo. En muchos casos, las personas enfrentan ambas simultáneamente.
Es normal tener días en los que nos sentimos tristes, sin motivación o sin esperanza. Cuando tenemos un día terrible, nos levantamos al día siguiente y seguimos adelante. Sin embargo, el problema surge cuando esas emociones afectan nuestra vida diaria. Cuando deja de importarnos nuestra higiene y llamamos con frecuencia al trabajo porque no nos sentimos bien o las actividades que solíamos disfrutar ya no nos traen felicidad o comodidad, deberíamos preocuparnos.
La conciencia sobre nosotros mismos es fundamental. Tómate un tiempo para reconocer cuándo empiezas a sentir síntomas de ansiedad o depresión. ¿Cómo reacciona tu cuerpo? ¿Tu corazón late más rápido? ¿Tienes dolor de cabeza o de estómago? Tal vez las palmas de tus manos sudan o tienes dolor de pecho. ¿Tu preocupación constante hace que pierdas el sueño, que tu apetito aumente o disminuya, o hace que te irrites fácilmente? Todos estos son posibles síntomas.
En una sociedad donde constantemente nos sentimos presionados a hacer más, a ser más y tener más, podemos sentirnos a veces abrumados. Tómate tiempo para ti mismo: tiempo para chequeos médicos, tiempo con familia y amigos, tiempo con la naturaleza, tiempo para pasatiempos y actividades que disfrutas. Si es necesario, habla con tu médico o busca terapia profesional. Saber que no estamos bien es la clave para restablecer el bienestar emocional y mental.