A veces, nos enfrentamos a situaciones desafiantes que escapan a nuestro control. Puede que tengamos un accidente, que el coche no arranque o que perdamos las llaves. Tal vez sea una enfermedad a la que nos enfrentamos nosotros o un ser querido. Estos sucesos pueden ocurrir mientras estamos en casa o fuera de ella y es posible que necesitemos buscar ayuda.
Si bien tenemos la suerte de contar con la tecnología para comunicarnos a través de nuestros teléfonos o tabletas, ¿qué pasa si eso forma parte del problema? Nos quedamos sin electricidad, no tenemos conexión a internet o no los tenemos con nosotros. ¿Qué hacemos entonces? ¿Cómo pedimos ayuda? Con la incertidumbre de nuestro entorno actual, debemos ser cautelosos a la hora de buscar y dar ayuda.
Hace poco me encontré en una situación en la que necesitaba la ayuda de desconocidos. Me encontré con tres tipos de personas con comportamientos diferentes. Una me ignoró por completo, otra me proporcionó algo de ayuda, pero quiso evitar involucrarse demasiado, y la tercera me facilitó la oportunidad de sacarme de mi aprieto.
Cada persona actuó basándose en sus creencias, pensamientos y experiencias. Cuando nos enfrentamos con la oportunidad de ayudar a alguien, estas pueden afectar nuestra forma de responder. Nuestra motivación para ayudar a alguien puede depender de muchos factores, mientras esperamos que alguien nos ayude cuando lo necesitemos. ¿Qué te lleva a ayudar e involucrarte? ¿Qué te frena?