“La vida no es como debería de ser, es de la forma que es. La manera en la que la enfrentamos, es lo que hace la diferencia.”
Nuestra educación, el medio ambiente y la sociedad crean para nosotros una imagen de lo que debería ser la vida, y es diferente para cada persona. Cuando crecemos, tenemos sueños e ideas de cómo se verá nuestro futuro o cómo debería de ser. Sin embargo, la realidad puede ser muy diferente.
Cuando estaba en la secundaria, decidí que sería periodista. Quería escribir, viajar y compartir las historias de la gente. Poco sabía que mi decisión eventualmente me llevaría a convertirme en terapeuta. Hubo decisiones que fueron tomadas en el camino, circunstancias y eventos que me moldearon y cambiaron mi perspectiva y metas.
Hay situaciones en nuestras vidas que van más allá de nuestro control. En realidad, sobre lo que si tenemos control son nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Podemos controlar como respondemos a estas situaciones y eso, es lo que hace la diferencia en el resultado.
Podemos permitir que las situaciones nos depriman y destruyan emocional y/o mentalmente o podemos utilizarlas para aprender de ellas, crecer y ser más resilientes.
Es importante tener sueños, establecer metas y planear para el futuro. Sin embargo, es igual de esencial que seamos flexibles y capaces de ajustarnos y adaptarnos. Si logramos aceptar la vida como es, podremos obtener resultados que son más grandes e incluso mejores de lo que nos imaginábamos.